Thursday, September 29, 2005

Así es la vida


ASÍ ES LA VIDA

Clint Eastwood nos vuelve a golpear el alma con una historia desgarradora, donde la sensación de fragilidad del sueño conseguido opaca cualquier atisbo de esperanza.

Golpes del Destino (Million Dollar Baby, USA 2004) nos cuenta, utilizando como pretexto el box (que extraordinario pretexto) la historia de dos solitarios y cómo la soledad hace que busquemos reemplazos de aquellos que hemos perdido. Maggie, a pesar de tener una familia, es huérfana, huérfana de cariño, de apoyo, solo queda sugerido que su padre le daba todo eso, pero él está muerto. Frankie, solo tiene como familia la esperanza de recuperar a una hija que perdió y de la cual no sabe nada y a la cual, sin embargo, le continúa escribiendo infructuosamente. Estas dos soledades se unen, se complementan, se apoyan mutuamente y logran entablar una relación que incluso va más allá del vínculo sanguíneo, queda claro que Frankie y Maggie se quieren más que, en muchos casos, padres e hijos.

Si bien Eastwood ya nos había enrostrado historias tan duras como la de Río Místico (Mystic River) o la de Los Imperdonables (Unforgiven) en donde lo inevitable del destino, la imposibilidad de dejar de ser uno mismo y la misma condición humana (Jimmy Markhum y Will Munny se reencuentran con su propia naturaleza por la venganza y preocupación por sus hijos) eran los temas que se entrelazaban por debajo de las historias que nos contaba, en Golpes del Destino nos da eso y más.

Más porque así como nos presenta a estos dos marginales y su ruta conjunta hasta rozar el sueño común, nos presenta también la fragilidad de la felicidad, nos suspende una guillotina en la cabeza y nos dice que si bien es factible que se alcance el sueño, éste puede desaparecer en cualquier momento y que la fatalidad siempre está pendiente de nosotros. Nos va llevando en una historia ascendente, de superación, de esfuerzo y sacrificio (basta ver cómo Maggie envuelve el pedazo de carne que deja un comensal o la escena en que, ingenuamente, Frankie pretende ver una cinta de VHS en el departamento de Maggie), que incluso apunta a una victoria trascendental para, luego, dejarnos caer a lo más profundo de nuestras angustias y temores. A ese punto en el cual uno nunca quisiera estar, ni en el lado de Maggie ni en el de Frankie. Nos enseña nuestra condición de simples piezas efímeras en este juego que es la vida y nos restriega que “siempre hay que cuidarnos”.

Lo que sigue es demoledor, Frankie, nuevamente se siente culpable de lo que pasa, incluso en su desesperación pretende culpar a su amigo, pero, sin embargo, tiene la opción de liberar a su “hija” del sufrimiento en el que está. Ella le ha pedido que no la deje despierta tanto tiempo como para olvidar cuando la gente la aclamaba, es decir, quiere quedarse con esa idea de ella misma, con su imagen de triunfadora y no con la miserabilidad que la rodea, tanto en ese momento, como antes de su camino con Frankie.

Luego, el punto culminante de este viaje descendente hasta lo último de nuestra humanidad, Frankie toma una decisión, ¿es una redención? ¿una liberación? o ¿es más bien la condena definitiva? ¿la certeza de que no puede haber algo peor que lo que está cargando en su corazón? Eso se va con él, no lo podemos saber, pero prefiero pensar que esa decisión lo liberó y que Frankie Dunn y Maggie Fitzgerald, son ahora libres y felices y que ya pasó lo peor. Debemos también celebrar que no se haya incurrido en los excesos en que fácilmente se podría incurrir al tratar un tema como ese, es decir, no tenemos que aguantar un manifiesto activista a favor de la eutanasia, como hemos tenido que hacerlo recientemente con Mar Adentro de Amenábar (sin quitarle validez ni méritos a ésta).

Clint Eastwood nos demuestra que con un buen guion (al que solamente pudo derrotar en los últimos Oscar el de Entre copas), con la sobriedad de la narración y sin disfuerzos inútiles se puede brindar una película estremecedora, sólida y que se quedará en nuestras cabezas con sus diversas preguntas, algo para reflexionar y disfrutar visualmente. Nos deja en claro, además, que está en el nivel de maestro absoluto de la cinematografía actual. Si no había quedado claro con El Jinete Pálido, con Los Imperdonables o con Río Místico, ahora nadie debería tener dudas.

Las actuaciones son excepcionales, Hillary Swank está excelente en su papel, logrando estar convincente en todas las facetas de su personaje, desde la felicidad absoluta cuando Frankie acepta entrenarla, hasta la expresión de quien ya perdió toda la esperanza; el trabajo con su cuerpo también es digno de resaltar, su caminar, su postura y el desarrollo muscular son impresionantes. Morgan Freeman, es un extraordinario actor y compone su papel con mesura y calidad. Clint Eastwood, creo, compone el mejor papel de su carrera, con más matices que ninguno (en un actor cuya característica principal, un defecto según algunos, es la inexpresividad) y con un cariño hacia las mujeres que muy pocas veces se ha visto de él en las pantallas, creo recordar eso en Poder Absoluto con su hija y el amor sugerido a su esposa en Los Imperdonables. Quedando lejos el Eastwood de Coogan´s Bluff que maltrata a las mujeres con las que se topa. Eastwood es un excelente director de actores y prueba de ello, es que cuatro de los ocho últimos actores en ganar un Oscar estuvieron bajo sus órdenes.

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