Wednesday, July 21, 2010

TRES PELÍCULAS EN 1995

El cine siempre me gustó. Recuerdo de chibolo películas que marcaron mi infancia pero lo que más me gustaba del cine era todo el proceso que lo rodeaba. El antes, el durante y el después de cada película. Cine significaba calle, amigos, sábados, oscuridad, pucho en la sala, etcétera. Daba lo mismo ir a ver La Pandilla de los Dóberman al Colina que Karate Kid 2 al Real 1 y era igual de chongo ir a ver Splash al Pacífico que Locademia de Policía al Alcázar, igual te cagabas de risa con tus patas y veías a las chicas que, como estaba en colegio de hombres, solo existían el fin de semana.
Años después comencé a prestarle un poco más de atención a lo que veía pero nada más. El cine seguía siendo una actividad más social que individual, más diversión y hueveo que cualquier otra cosa.
Hasta que en 1995 coincidieron tres películas en la cartelera limeña que cambiaron mi manera de acercarme al cine. Debe haber sido una mezcla de las virtudes, innegables, de cada película con que yo ya no era el mismo, había crecido y empezaban a interesarme otras cosas.
Cada una tenía sus puntos fuertes y débiles, cada una su propia gracia pero las tres tenían guiones brillantes y una dirección extraordinaria. Hasta ahora me acuerdo mi desconcierto y ese final genial en la primera, mi esfuerzo para no enredarme y seguir los saltos temporales en la segunda y, por ejemplo, la oscuridad y sordidez de la tercera y hasta de sus créditos iniciales.
Esas tres películas son: Sospechosos Comunes, 12 Monos y Se7en, y este pequeño floro mi homenaje a ellas por sus 15 años.




Y un extra:

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